Comentaba el otro día lo mucho que me había gustado el Adam Strange de Diggle y Ferry, y especialmente el cliffhanger en que terminaba cada número que contenía el susodicho tomo. Aunque reunidos en un tocho estos continuarás quizás pierdan ese efecto en el lector de crearle impaciencia y ganas de leer el siguiente número mientras se muerde las uñas hasta la raíz, ya que solo tiene que pasar la página y empezar el siguiente capítulo para saber que ocurre a continuación.
Supongo que leído mes a mes, este Adam Strange hubiera sido una gozada.
Recuerdo en mis primeros días de lector de tebeos un número del Capitán América de la etapa de Stern y Byrne (exactamente el número 14 del volumen 1 de Fórum), donde el Capi viajaba a Inglaterra y se enfrentaba al Barón Sangre, el numero terminaba con una splash page magnífica con el Capi hipnotizado por la mirada del vampiro con las fauces abiertas apunto de morder la yugular al Capi ante la horrorizada mirada de sus amigos. Era estremecedor, ¡¿qué pasaría?!, ¿cómo saldría el Capi de esta?.
Stern y Byrne lo habían conseguido, no habría nada en el mundo que me impidiese conseguir el siguiente número para saber que ocurriría.
Y es que en los comics esto de los “continuará” es una tradición prácticamente extinta dada la moda o manía, llámenla como prefieran, de escribir los tebeos pensando en su futura recopilación en tomo, cada cuaderno pierde su individualidad, convirtiéndose en una pieza de un puzzle que no cobra sentido hasta que ya se ha completado.
La vieja artimaña del cliffhanger al terminar un número, parece un arte en desuso, una rara avis en la forma de hacer los tebeos hoy y es una pena porque no hay nada mejor en el mundo que un buen cliffhanger que mantenga al lector en vilo de un mes para otro.
Es curioso que sea un medio como la televisión el que haya recogido con maestría el recurso del cliffhanger. Ahora las series de televisión han pasado del episodio autoconclusivo en el que se basaba su estructura al continuará cuasi permanente, solo hay que remitirse a series como 24 o Perdidos, emulando a los viejos seriales de los cines de los años 40, y vaya que si les funciona. El otro día la sorpresa inesperada del final de un episodio de Veronica Mars (de la que hablé la semana pasada) me dejó totalmente patidifuso, con una exclamación de sorpresa en los labios y pasando a reproducir rápidamente el siguiente episodio para saber que iba a ocurrir a continuación.
Esa es la magia de los cliffhangers.
Supongo que leído mes a mes, este Adam Strange hubiera sido una gozada.
Recuerdo en mis primeros días de lector de tebeos un número del Capitán América de la etapa de Stern y Byrne (exactamente el número 14 del volumen 1 de Fórum), donde el Capi viajaba a Inglaterra y se enfrentaba al Barón Sangre, el numero terminaba con una splash page magnífica con el Capi hipnotizado por la mirada del vampiro con las fauces abiertas apunto de morder la yugular al Capi ante la horrorizada mirada de sus amigos. Era estremecedor, ¡¿qué pasaría?!, ¿cómo saldría el Capi de esta?.
Stern y Byrne lo habían conseguido, no habría nada en el mundo que me impidiese conseguir el siguiente número para saber que ocurriría.
Y es que en los comics esto de los “continuará” es una tradición prácticamente extinta dada la moda o manía, llámenla como prefieran, de escribir los tebeos pensando en su futura recopilación en tomo, cada cuaderno pierde su individualidad, convirtiéndose en una pieza de un puzzle que no cobra sentido hasta que ya se ha completado.
La vieja artimaña del cliffhanger al terminar un número, parece un arte en desuso, una rara avis en la forma de hacer los tebeos hoy y es una pena porque no hay nada mejor en el mundo que un buen cliffhanger que mantenga al lector en vilo de un mes para otro.
Es curioso que sea un medio como la televisión el que haya recogido con maestría el recurso del cliffhanger. Ahora las series de televisión han pasado del episodio autoconclusivo en el que se basaba su estructura al continuará cuasi permanente, solo hay que remitirse a series como 24 o Perdidos, emulando a los viejos seriales de los cines de los años 40, y vaya que si les funciona. El otro día la sorpresa inesperada del final de un episodio de Veronica Mars (de la que hablé la semana pasada) me dejó totalmente patidifuso, con una exclamación de sorpresa en los labios y pasando a reproducir rápidamente el siguiente episodio para saber que iba a ocurrir a continuación.
Esa es la magia de los cliffhangers.
1 comentario:
Lo que ocurre es que el Cliffhanger debe ir acorde con el formato. Los tomos machacan muchas veces la sensación del continuará a cambio de mas tebeo.
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