Ando leyendo estos días “La Narración Gráfica” del recientemente fallecido y aun llorado Will Eisner. La lectura de este libro daría para cientos de post, pero me voy a centrar en algo que me ha llamado la atención.
Indica Eisner que según como sea el medio que se utiliza para contar una historia, ya sea cine, cómic, o literatura, la forma de contarla siempre se va a supeditar a ese medio y al formato que tiene ese medio. En el caso especifico del cómic no es lo mismo contar una historia en una tira de prensa que en un comic-book de 22 páginas o una novela gráfica de ciento y pico páginas. Según sea el formato elegido por el autor este podrá narrar de una forma u otra ya que el tiempo, el ritmo o la estructura narrativa va a variar de uno a otro.
Si echamos un vistazo a lo que se publica hoy día en los Estados Unidos, y más precisamente en el mercado de los comic-books podremos observar que esto ya no se cumple, el autor no se ciñe al formato utilizado. Se utiliza el formato clásico de 22 páginas para historias que están construidas para un formato mayor, tipo novela gráfica.
De esta manera la tendencia actual es que se necesita de una gran cantidad de cómics de 22 páginas para completar una historia, en vez de utilizar el formato de novela gráfica de varias páginas que se ajustaría mejor a la historia que quiere narrar el autor.
Ese choque entre formato y narración es debido a una tendencia en la forma de contar la historia que los estudiosos del medio han bautizado como “Descompressed Storytelling”, Narración Descomprimida en castellano.
Mediante la narración descomprimida el autor se toma su tiempo a la hora de contar las cosas, se centra en aspectos concretos de la historia, se recrea en determinados situaciones, estira el momento. Esta técnica es muy común en Japón, ¿os acordáis de series de dibujos animados japonesas como “Campeones” donde los partidos de fútbol podían durar siete capítulos, centrándose solo en uno para contar como Oliver marcaba un penalti?
Con esta técnica el autor puede usar medio tebeo en hacer que el personaje se vaya de compras a unos grandes almacenes para terminar comprándose una camiseta o dos página simplemente en hacer que un personaje le pida una grapadora a otro (los lectores de la serie “The Pulse” creo que reconocerán este último ejemplo)
Los guionistas norteamericanos actuales han tomado esta técnica y la han hecho algo muy común, solo hay que citar nombres como Bruce Jones, Greg Rucka o el rey de la narración descomprimida, Brian Michael Bendis.
Si descomponemos una historia en sus elementos básicos, es decir, presentación, nudo y desenlace, al aplicar estos a un comic book de, digamos Bendis, vamos a encontrar que en las 22 páginas de lectura que tiene el tebeo no van a ser aplicables y que para Bendis cinco tebeos serán el prologo, otros diez el nudo y cinco números el desenlace.
No se ciñe a las 22 páginas para contar una historia. Utiliza una cantidad mucho mayor.
¿Es mala por tanto la Narración Descomprimida?. Si y no.
Todo depende de la habilidad del escritor. Porque Bendis lo utiliza para definir mejor a los personajes o las situaciones, las páginas que comente de “The Pulse” con la escena de la grapadora, sirve a un propósito, dar a entender que la periodista es nueva en su trabajo, que no tiene aún todo el material y de paso aprovecha para hacer la presentación de otro personaje y en que artículo esta trabajando. Al final tras tropecientos números Bendis cuenta la historia completa con su presentación, nudo y desenlace.
Otros autores en cambio van a utilizar esos tropecientos números para no contar nada, solo rellenar y rellenar páginas en una huida narrativa que no conduce a ningún lado.
El problema es que el lector se queja y en ocasiones con razón, porque cuando compra un tebeo quiere leer una historia y mediante la narración descomprimida solo puede leer una parte de la historia. Es como ir al cine para solo ver 5 minutos de la película teniendo que ir todas las semanas para ver otros 5 minutos hasta verla completa.
Son historias que piden a gritos otro formato que no sea el del comic-book de 24 páginas.
Pero claro, el editor no es tonto y ha descubierto un buen negocio en la narración descomprimida. Puede vender dos veces la misma historia, primero de forma serializada en los tebeos y luego recopilada mediante el tradepaperback. Alarga la vida comercial del tebeo y puede llevar el tomo recopilatoria a otros circuitos de venta que no son los habituales como librerías generalistas o las grandes superficies comerciales.
No es de extrañar que en Marvel desde las altas esferas se recomienda al guionista que se plantee sus historias en vista a la recopilación posterior.
Se sacrifica la narrativa clásica de número a número por una en la que en ocasiones solo son páginas y páginas de una historia que se podría haber contado en un número y que se alarga artificiosamente en 6.
Y esto creo que no debería ser así.
Se pueden utilizar ambos métodos, pero aplicando a cada uno el formato correspondiente.
Al autor que narra número a número que hace de sus 22 páginas una historia en si, dejarle con su comic-book habitual. Mientras que aquellos que tienen necesidad de gran cantidad de páginas para desarrollar su historia dejarles la novela gráfica con las páginas que necesiten y no constreñirles artificialmente al formato clásico del tebeo americano.
Tanto detractores como admiradores de la Narración Descomprimida saldríamos ganando.
Indica Eisner que según como sea el medio que se utiliza para contar una historia, ya sea cine, cómic, o literatura, la forma de contarla siempre se va a supeditar a ese medio y al formato que tiene ese medio. En el caso especifico del cómic no es lo mismo contar una historia en una tira de prensa que en un comic-book de 22 páginas o una novela gráfica de ciento y pico páginas. Según sea el formato elegido por el autor este podrá narrar de una forma u otra ya que el tiempo, el ritmo o la estructura narrativa va a variar de uno a otro.
Si echamos un vistazo a lo que se publica hoy día en los Estados Unidos, y más precisamente en el mercado de los comic-books podremos observar que esto ya no se cumple, el autor no se ciñe al formato utilizado. Se utiliza el formato clásico de 22 páginas para historias que están construidas para un formato mayor, tipo novela gráfica.
De esta manera la tendencia actual es que se necesita de una gran cantidad de cómics de 22 páginas para completar una historia, en vez de utilizar el formato de novela gráfica de varias páginas que se ajustaría mejor a la historia que quiere narrar el autor.
Ese choque entre formato y narración es debido a una tendencia en la forma de contar la historia que los estudiosos del medio han bautizado como “Descompressed Storytelling”, Narración Descomprimida en castellano.
Mediante la narración descomprimida el autor se toma su tiempo a la hora de contar las cosas, se centra en aspectos concretos de la historia, se recrea en determinados situaciones, estira el momento. Esta técnica es muy común en Japón, ¿os acordáis de series de dibujos animados japonesas como “Campeones” donde los partidos de fútbol podían durar siete capítulos, centrándose solo en uno para contar como Oliver marcaba un penalti?
Con esta técnica el autor puede usar medio tebeo en hacer que el personaje se vaya de compras a unos grandes almacenes para terminar comprándose una camiseta o dos página simplemente en hacer que un personaje le pida una grapadora a otro (los lectores de la serie “The Pulse” creo que reconocerán este último ejemplo)
Los guionistas norteamericanos actuales han tomado esta técnica y la han hecho algo muy común, solo hay que citar nombres como Bruce Jones, Greg Rucka o el rey de la narración descomprimida, Brian Michael Bendis.
Si descomponemos una historia en sus elementos básicos, es decir, presentación, nudo y desenlace, al aplicar estos a un comic book de, digamos Bendis, vamos a encontrar que en las 22 páginas de lectura que tiene el tebeo no van a ser aplicables y que para Bendis cinco tebeos serán el prologo, otros diez el nudo y cinco números el desenlace.
No se ciñe a las 22 páginas para contar una historia. Utiliza una cantidad mucho mayor.
¿Es mala por tanto la Narración Descomprimida?. Si y no.
Todo depende de la habilidad del escritor. Porque Bendis lo utiliza para definir mejor a los personajes o las situaciones, las páginas que comente de “The Pulse” con la escena de la grapadora, sirve a un propósito, dar a entender que la periodista es nueva en su trabajo, que no tiene aún todo el material y de paso aprovecha para hacer la presentación de otro personaje y en que artículo esta trabajando. Al final tras tropecientos números Bendis cuenta la historia completa con su presentación, nudo y desenlace.
Otros autores en cambio van a utilizar esos tropecientos números para no contar nada, solo rellenar y rellenar páginas en una huida narrativa que no conduce a ningún lado.
El problema es que el lector se queja y en ocasiones con razón, porque cuando compra un tebeo quiere leer una historia y mediante la narración descomprimida solo puede leer una parte de la historia. Es como ir al cine para solo ver 5 minutos de la película teniendo que ir todas las semanas para ver otros 5 minutos hasta verla completa.
Son historias que piden a gritos otro formato que no sea el del comic-book de 24 páginas.
Pero claro, el editor no es tonto y ha descubierto un buen negocio en la narración descomprimida. Puede vender dos veces la misma historia, primero de forma serializada en los tebeos y luego recopilada mediante el tradepaperback. Alarga la vida comercial del tebeo y puede llevar el tomo recopilatoria a otros circuitos de venta que no son los habituales como librerías generalistas o las grandes superficies comerciales.
No es de extrañar que en Marvel desde las altas esferas se recomienda al guionista que se plantee sus historias en vista a la recopilación posterior.
Se sacrifica la narrativa clásica de número a número por una en la que en ocasiones solo son páginas y páginas de una historia que se podría haber contado en un número y que se alarga artificiosamente en 6.
Y esto creo que no debería ser así.
Se pueden utilizar ambos métodos, pero aplicando a cada uno el formato correspondiente.
Al autor que narra número a número que hace de sus 22 páginas una historia en si, dejarle con su comic-book habitual. Mientras que aquellos que tienen necesidad de gran cantidad de páginas para desarrollar su historia dejarles la novela gráfica con las páginas que necesiten y no constreñirles artificialmente al formato clásico del tebeo americano.
Tanto detractores como admiradores de la Narración Descomprimida saldríamos ganando.
4 comentarios:
No has hablado del precio... pero supongo que con independencia del tipo de comic que sea el precio sera el mismo. Por lo que en el caso de la naracción descomprimida te estan robando a mano armada haciendote pagar lo mismo cuando no recibes lo mismo, una historia.
Siempre es igual, tratar de ganar hasta la última peseta.
Totalmente de acuerdo contigo, Anjin-san. La narración descomprimida es una forma, tan válida como cualquier otra, de conducirnos por un relato, pero evidentemente el formato en el que se publica implica ciertas condiciones.
Una ND puede, como cualquier otra, prepublicarse a cachos, pero los cachos de 22 páginas son demasiado pobres.
Por fa, necesito un comentario tuyo (como mínimo, tan largo como el de este post) sobre Fallen Angel. Me lo debes ;-)
Jaume.
PD: Un saludo. Sé que te/os debo email. Sigue dándole duro a la weblog.
pues mira tu que en la mayor parte de los casos el tomo recopilatorio te sale más barato que los números sueltos. No es de extrañar que las ventas de los tomos hayan subido y que el formato grapa este de capa caida.
Eso si, los tebeos sueltos siempre tendrán un valor especulativo mayor para el futuro.
De Fallen Angel es que no se si esperar a leer los dos últimos números o centrandome solo en el arco que forma los 18 primeros números.
Y si espero a finalizar la serie el número 20 no sale hasta mayo :-)
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