Que de unos años a la actualidad los tebeos en España han desaparecido prácticamente del quiosco es un hecho. Dense una vuelta, miren los escaparates de los mismos y podrán constatarlo in situ.
Uno recuerda su infancia en los años 80 donde por entonces todos los quioscos tenían al menos un escaparate dedicado a los mismos. Poco a poco el espacio se fue reduciendo hasta desaparecer prácticamente. Y es que el tebeo popular, entendido como producto bajo de precio y de consumo masivo está extinto.
Las causas son muchas y variadas, pero no voy a hablarles de esto, además hay un montón de blogs o artículos en revistas especializadas que ya han tratado el tema y de manera muy acertada por lo que no veo necesario hurgar en la herida.
Esta desaparición del tebeo popular que no solo es un hecho generalizado en España, sino en Estados Unidos (la situación del tebeo en el resto del continente americano la desconozco, sorry) o en Europa (refiriéndome siempre al caso de tebeo popular que todos sabemos que Francia y Bélgica tienen una fuerte industria comiquera, pero centrada en productos de alta factura dirigido más a librerías tanto especializadas como generalistas o grandes superficies comerciales que al quiosco en sí).
Eso sí, siempre habrá raras excepciones, caso de Japón que es como un mundo aparte a decir la verdad o más cerca el caso de Italia que es en quién voy a centrarme hoy.
Uno recuerda su infancia en los años 80 donde por entonces todos los quioscos tenían al menos un escaparate dedicado a los mismos. Poco a poco el espacio se fue reduciendo hasta desaparecer prácticamente. Y es que el tebeo popular, entendido como producto bajo de precio y de consumo masivo está extinto.
Las causas son muchas y variadas, pero no voy a hablarles de esto, además hay un montón de blogs o artículos en revistas especializadas que ya han tratado el tema y de manera muy acertada por lo que no veo necesario hurgar en la herida.
Esta desaparición del tebeo popular que no solo es un hecho generalizado en España, sino en Estados Unidos (la situación del tebeo en el resto del continente americano la desconozco, sorry) o en Europa (refiriéndome siempre al caso de tebeo popular que todos sabemos que Francia y Bélgica tienen una fuerte industria comiquera, pero centrada en productos de alta factura dirigido más a librerías tanto especializadas como generalistas o grandes superficies comerciales que al quiosco en sí).
Eso sí, siempre habrá raras excepciones, caso de Japón que es como un mundo aparte a decir la verdad o más cerca el caso de Italia que es en quién voy a centrarme hoy.
Uno que esta acostumbrado a viajar por el extranjero (tampoco demasiado no se crean ustedes) tiene la costumbre como buen aficionado al cómic de fijarme en los quioscos, estaciones de servicios de carreteras o puestos de prensa y revistas en estaciones de trenes o aeropuertos para ver que tebeos puede encontrar uno en los diferentes lugares que visita. En la mayor parte de las ocasiones la respuesta va a ser ninguno, cero o nada.
Y cuando estuve en Italia hace unos años fui con la idea de encontrarme con la misma situación que ya había visto en otros sitios. Tonto de mi, porque lo que sucedió a continuación me rompió todos los esquemas.
Y cuando estuve en Italia hace unos años fui con la idea de encontrarme con la misma situación que ya había visto en otros sitios. Tonto de mi, porque lo que sucedió a continuación me rompió todos los esquemas.
Un amigo me había encargado que le consiguiese el número del mes de una revista italiana y aprovechando que la estación Termini de Roma esta plagada de puestos de prensa pensé que no me iba a ser muy difícil realizar el encargo. Mi sorpresa fue mayúscula al ir de puesto en puesto, todos tenían su sección de tebeos, o fumettis como los llaman ellos, bien a la vista y en buena proporción frente al resto de publicaciones. Ante mi tenía a todas las series del mes de Sergio Bonelli Editore, tebeos Marvel de Panini y cosas y editoriales que francamente desconocía.
Salí de Termini asustado y me fijé en los quioscos de la calle. También tenían su lugar reservado para los fumetti. A los pocos días parando de una estación de servicio en la autopista entre en un puesto de revistas, los fumetti volvieron a aparecer en su estantería. ¿Qué diablos estaba pasando?. ¿Acaso había caído en una dimensión paralela donde los tebeos era un producto común de fácil acceso?.
Salí de Termini asustado y me fijé en los quioscos de la calle. También tenían su lugar reservado para los fumetti. A los pocos días parando de una estación de servicio en la autopista entre en un puesto de revistas, los fumetti volvieron a aparecer en su estantería. ¿Qué diablos estaba pasando?. ¿Acaso había caído en una dimensión paralela donde los tebeos era un producto común de fácil acceso?.
Y es que Italia no ha arrinconado el tebeo a las librerías especializadas como ha sido el caso de España, ha mantenido su tebeo popular en los quioscos al alcance del gran público y este se ha mantenido fuerte creando una importante industria propia con cifras mareantes porque que un personaje como Dylan Dog venda todos los meses un millón de ejemplares contando segundas y terceras ediciones es algo realmente increíble.
Por eso no puedo menos que envidiar a los italianos, que han sido listos y han sabido mantener un tebeo popular en los quioscos en vez de cómo en otros países que perdimos los quioscos y esto ha llevado a la casi extinción del tebeo, relegándolo a un producto para una minoría.
Por eso no puedo menos que envidiar a los italianos, que han sido listos y han sabido mantener un tebeo popular en los quioscos en vez de cómo en otros países que perdimos los quioscos y esto ha llevado a la casi extinción del tebeo, relegándolo a un producto para una minoría.
Desde luego si Italia al final es un mundo paralelo yo quiero vivir en él.
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